
Todos los seres humanos estamos capacitados para entablar relaciones auténticas de amistad, pero es bien cierto también que la vivencia de este regalo de Dios adquiere, para los cristianos, una dimensión diferente, es la amistad con el tinte del Reino de Dios. Desde el principio Dios, que es Amor, nos creó a su imagen y semejanza (Gn 1,26): con inteligencia, voluntad y capacidad de amar. Fuimos creados, pues, por amor y precisamente para amar, porque como dice el Papa Juan Pablo II “El amor es la vocación fundamental e innata de todo ser humano”. (FC 11) Sin embargo, en el paso del tiempo se ha ido desvirtuando el sentido original del...